La última vez que recuerdo haberme metido a la cocina por amor fue en octubre del año pasado, a manera de regalo que por cierto terminé comiéndome en su mayoría... creo...
Esa solía ser mi válvula de escape entre la época de la preparatoria y la universidad, en medio de mi denominada "guerra contra el mundo"; la cocina era el único sitio físico donde me sentía completa, llena de una sensación de bienestar inexplicable, contenta, segura, inspirada, devastada en ocasiones, defraudada, y todo eso se mezclaba con lo que tenía a la mano y producía un efecto sedante en mi que arrojaba deliciosos resultados a la primera y a veces sin proponérmelo.
Esa solía ser mi válvula de escape entre la época de la preparatoria y la universidad, en medio de mi denominada "guerra contra el mundo"; la cocina era el único sitio físico donde me sentía completa, llena de una sensación de bienestar inexplicable, contenta, segura, inspirada, devastada en ocasiones, defraudada, y todo eso se mezclaba con lo que tenía a la mano y producía un efecto sedante en mi que arrojaba deliciosos resultados a la primera y a veces sin proponérmelo.
Recuerdo que Dante (mi abuelo adoptivo) siempre me decía que debería dedicarme a eso porque todo me quedaba muy rico, a lo cual yo siempre respondía irónicamente (porque así me sentía en ese momento): me gusta hacer cosas dulces porque siento que es la manera de suplir artificialmente lo que le hace falta a mi vida-->dulzura.
Cierto o no mi comentario, era una verdad irrefutable en esa época, donde todo parecía estar tambaleándose constantemente, entre la escuela, amistades, las quedejaron de serlo, ese día memorable en la cocina de la casa de Nancy donde nos dimos cuenta las dos de que estábamos en el círculo de personas equivocado perdiendo nuestro tiempo y energías y de que nuestro pensamiento iba más allá de lo que era "ese" momento.
Válvula de escape o no, a partir de ese momento la terapia para liberarme de cualquier frustración, era estar lavando trastes en casa de Nancy, le pedí que me enseñara a hacer dos o tres cosas simplonas de comer, y pues, ahora gracias a ella sé hacer arroz =).
No era simplemente el camino de todos los días y eldestino su casa, siempre había algo más allá de esa compañía después de la escuela, la cocina reflejaba una especie de "centro de reunión", las cosas más interesantes y profundas sucedían y se decían en la cocina, que siempre hemos agradecido que sea un espacio inerte y no escupa nada de lo que sucedió (por seguridad nacional y anonimato en ocasiones).
Siempre las confesiones dolorosas, risibles, extrañas, los sueños, los planes para el dinero, se decían en la cocina, de su casa o de la mía. Siempre ese místico lugar plagado de recuerdos, de cambios y de aromas era el mejor sitio para sentarse en el suelo y hablar de todo, de nada, de cosas tontas y de causas de nuestra pasajera infelicidad.
El episodio que sigo recordando a carcajadas, fue precisamente en su casa con el arroz rojo, cuando Jorge casi saltó por la ventana de la cocina que daba al patio (y estaba cerrada) al escuchar el sonido que provoca el agua fría que cae sobre el arroz recién terminado de freír y a flama viva aún; no sabemos si quiso saltar por temor a ser quemado, o de miedo por estar distraído, aunque mi recuerdo me lleva hacia la segunda opción por la cara que puso.
Recuerdo también el episodio del "refrigerador de los horrores" que albergaba toda clase de especies vegetales e incluso vivas, como los hongos que estaban coquetamente multiplicándose en un recipiente de vidrio de lo que supusimos con el tiempo, que fue una salsa en algún momento. El comentario de las papas lo dejaré sólo como mención, esperando que te acuerdes de lo que dijiste y que yo antes de atacarme de la risa te di un golpe en el brazo por ello (ahora si me causa mucha risa a la primera, pero en ese momento fue algo que no quería saber ¬¬).
El pollo con tequila, los waffles con danonino y mermelada, los camarones empanizados en una bolsa de casi 2 kilos, el espantoso olor del jugo noni, las papas fritas congeladas, la mayonesa y la catsup... todo eso me evoca recuerdos muy gratos, risibles, tristes, pero sobre todo muy divertidos sobre esa época de estancia en ese lugar que podría definir como mi favorito en cuanto a una casa se refiere.
En medio de lo que llegamos a llamar "el pozo profundo de la depresión/desesperación absoluta", acompañadas de papas fritas en mucho aceite, con mayonesa y catsup, dijimos (y hasta existe un boceto) lo que creíamos que haríamos en el futuro universitario: mudarnos a una casa, tener una mascota que dejara sus patas pintadas por el suelo, la alacena llena de litros de aceite, catsup y mayonesa, y en el refrigerador solo bolsas de papas fritas congeladas, un par de cacerolas, y un sillón rojo de terciopelo falso para sentarnos a comer nuestras papas grasientas y morir de colesterol por estar deprimidas, y limpiarnos el exceso de aceite de los dedos en los brazos del sillón, siendo un par de solteronas malqueridas por los hombres que nos gustaban.
La vida dio demasiadas vueltas en muy poco tiempo, y haciendo memoria de esas conversaciones, de lo que decíamos y queríamos hacer, hay cosas que siguen en pie, y otras se han esfumado por motivos diversos, por la euforia del momento, por la madurez adquirida, por abrir los ojos y por hacer lo que soñamos; ahora yo estoy lejos de mi compañera de andanzas, mientras ella se involucra con sus pacientes día a día, yo estoy en una oficina más de 8 horas diarias, pensando en que fue muy bueno que la vida diera vueltas y nos pusiera donde nos puso, a quienes involucró, conquien nos puso, y por qué... y nos deje ahora, después de 9 años con un buen sabor de boca por seguir en contacto a pesar de las circunstancias, en pie, y en proceso de completar lo que solíamos decir, en la cocina.
Gracias por todo este tiempo Nancy, lo bueno, lo malo, lo feo y lo peor, por las palabras, los golpes, la dicha, la preocupación; por estar cuando no estás y por tratar de estar siempre. Por las enseñanzas de vida y por esa cachetada que casi me tumba los dientes que jamás se me va a olvidar (claro, yo casi te rompo la espalda, verdad?). Por pegarme tus gustos y tus ideas, por compartir, por ser eso que nadie más puede ser en mi vida (la que me dice lo que no quiero oír en el momento en el que menos quiero oírlo)...
Sigo buscando ese sillón rojo...
1 comment:
dIANA, que te puyedo decir, a parte de muchas gracias...
Amiga, solo quiero que sepas que dentro de mi, al igual que en ti siempre estara esa adolescente, aveces impertinente, aveces mas madura de lo normal, a veces con miedo, a veces euforica, pero siempre, siempre confundida, que se quedaba horas planeando cosas que solo Dios sabia si pasarian o no. Gracias por estos 9 año (NO MANCHES YA ESTAMOS ANCIANAS), de amistad incondicional, gracias por ser quien me ha comprendido, por soñar junto conmigo, por no olvidarme, por todas esas tardes que pasamos riendonos de tanta tonteria, para poder olvidar que nuestras vidas no eran precisamente perfectas, pero que finalmente nos llevaron a comprender, que de eso se trata la vida, no tiene que ser perfecta, solo tiene que ser.
Realmente no tengo palabras para describir la inmensa dicha que me ha dado tu amistad, incluso cuando estabamos enojadas, o cuando no te entendia ni tu a mi, pero igual nos aguantabamos. Gracias por acompañarme en esa inmensa casa que tantas veces me parecio tan sola, gracias por los recuerdos.
No sabes cuanto te extraño....
Post a Comment