Friday, December 8, 2023

Surrealismo

Llegamos a la central camionera después de 12 horas de trayecto (empiezo a pensar que hasta parece a propósito que las 2 veces que he vuelto a Torreón con motivo de un fallecimiento sucede esto)...

Entramos a la ciudad por el lado donde se encuentra el aeropuerto. Empecé a tener un episodio de hiperventilar llorando mientras veía a través de la ventanilla, mi hermana sostuvo mi mano a manera de consuelo mientras los hangares salían de mi campo visual (cosa que sucedió en segundos pero se sintieron como una eternidad).

Mamá informó vía mensaje que el servicio en la funeraria era a partir de las 12:00 HRS, que nos fuéramos directo a la casa.

Descendimos del autobús mi hermana, mi tía, mi sobrina y yo, con las piernas un tanto engarrotadas y esperando más frío del que había en el ambiente. El sol era apapachador para ser diciembre lagunero.

Nos esperaba un amigo de mi hermana, nos presentó, (si bien la circunstancia no es muy afortunada, tener apoyo moral presente es crucial). Arturo. Y entonces nos dirijimos entonces a buscar el vehículo que rentó para ir a casa de mi mamá.

Llegamos en menos de cincos minutos, las distancias son muy cortas cuando te desplazas en auto en la Laguna. Nuestras vecinas de la esquina de toda la vida nos mandaron gorditas para desayunar.

Mamá salió de casa al escuchar el motor de un vehículo apagarse frente a la fachada. Nos abrazamos, tranquilas y dolientes. Bajamos maletas. En lo que el resto murmuraba algo a la distancia, entré por la cocina y caminé hacia la habitación vacía de mi papá. 

El sol entrando por la ventana, la cama tendida y ningún rastro de desastre me dieron tranquilidad. Me senté sobre el buró que está justo al lado izquierdo de la cama y contemplé todo el unicel intacto que forra las paredes para aislar el frío de la habitación. Estuve viendo fijamente el rincón izquierdo de la habitación. Ese mismo rincón que me recordó mi última golpiza ya en edad universitaria, a los 19 años, donde me hicieron eco las fúricas palabras del occiso diciéndome que si se moría de un coraje, iba a ser mi culpa. Ese día evité mi propia muerte al no burlarme de esas palabras. Ha sido una de las cosas más sensatas que creo haber hecho hasta la fecha. Me quedé ahí algunos minutos y luego salí a ver que más teníamos que hacer, aparte de bajar maletas.

Mi hermana fue acompañada a recoger la comida. El resto empezamos a poner las cosas en la mesa para poder comer algo antes de salir.

Mamá nos dijo que había sucedido entonces: fue algo gradual en cuatro días. Empezó con molestias en el lado izquierdo del cuerpo a la altura del pecho y el hombro. El servicio de emergencias con atención a domicilio acudió y administraron algunos medicamentos.

Continuó con el dolor y las molestias, nuevamente acudió el servicio de emergencias; viendo la intervención anterior, no administraron ningún medicamento nuevo.  El día siguiente no hubo gran mejoría y mi papá solicitó ir a urgencias en el seguro (cosa que si llamó nuestra atención ya que, él detestaba ir al médico y a dicha institución, proclamando desde que tengo memoria que "solo entraría ahí para morirse").

Fueron a urgencias, en lo que preguntaban los médicos que se había hecho durante la evolución del dolor, se dio toda información posible. Dice mi mamá que lo tenían en cama, no le permitían ponerse de pie para nada, y que en algún momento quiso ir al baño; mamá fue a conseguir un cómodo o algo por el estilo y escuchó un estruendo sordo cuando ella no estaba en la sala de urgencias; cuando llegó nuevamente a ella, lo vio desplomado en el suelo y a un montón de personal tratando de levantarlo para regresarlo a la cama. La sacaron de la sala...

Después de ese evento, habló con él. Mi papá preguntó que había pasado, no se acordaba de nada, volvía a preguntar que hacían ahí, que mejor se regresaran a la casa. Mamá lo convenció de permanecer ahí porque no había que administrarle en casa para el dolor.

Lo pasaron a la clínica de especialidades. Entre las conocidas de mi mamá (gran mayoría, trabajadoras jubiladas de dicha institución) y sus respectivos familiares o contactos, todo sucedió muy rápido (gracias a esa red de gente que ha conocido ido a mi mamá desde hace años por las clases de manualidades y que trabajaron ahí como enfermeras o trabajadoras sociales). Le hicieron un par de planteamientos a mi mamá sobre el tema médico, poniendo como dos escenarios hacer un cateterismo (que dada su edad no era muy recomendable) o intubarlo si caía en paro. Mamá manifestó no estar de acuerdo con intubarlo porque se le hacía muy invasivo, pero accedió si no había más alternativa.

Le solicitaron algunas cosas para llevarlas. Salió a conseguirlas y tratar de comer algo. Y cuando iba llegando a la casa, le marcaron para decirle que la estaban buscando. Los vecinos de en frente le hicieron el favor de llevarla a la clínica. En cuanto llegó, le dijeron que llevaban un rato buscándola. La pasaron a otra salita de espera donde le dieron la mala noticia. Entró en paro y no pudieron reanimarlo. Le preguntaron si quería verlo, y ella dijo que no. La dejaron con personal de la institución para llenar unos papeles y preguntar menesteres relacionados a si teníamos algún plan funerario o cosa por el estilo.

Le marcó a la vecina en sus cinco segundos de cordura y le pidió por favor que se regresara porque necesitaba los documentos de la funeraria, para ver si podían llevarla a casa a buscarlos y hacer el trámite correspondiente para que la clínica entregará el cuerpo al servicio funerario... los vecinos la esperaron afuera del edificio. Muy a su pesar, tuvo que reconocer el cuerpo y dijo que le costó un mundo dar como 5 pasos mientras la persona abría muy lento el cierre de la bolsa.

Mencionó que la expresión en el rostro de mi papá era muy apacible, cerró los ojos y dijo que si era él. La sacaron del área a donde tuvo que ir a hacer el reconocimiento. Después de escuchar esto, mi hermana se paró como zombie de la mesa del comedor y fue en automático a hacerse bolita a la cama de mi papá, llorando y diciéndome "sabía que tenía que haber dejado de escuchar esto hace un rato". Admitió el shock que le dio escuchar lo del reconocimiento; me dijo "no quería tener esa imagen en mi cabeza".

Desayunamos algo a prisa todos y salimos rumbo al servicio. Mi tía y mi mamá primero (se fueron con ayuda de la misma vecina que había acompañado a mi mamá el día  anterior), para estar a las 12 en la funeraria... y después de un merecido regaderazo, nosotras 3 con Arturo. Me seguían llegando notificaciones de mensajes (publiqué sobre el servicio, horario y el domicilio justo cuando íbamos entrando a Gómez Palacio) de gente que estaba respondiendo al mismo.

Un mensaje privado de Olaff me llegó, preguntando donde estaba. Le dije que iba en camino. Fue la primer persona a la que vi desde que bajé del autobús y su abrazo me puso los pies en la tierra. Estaba sucediendo, era real y muy confuso. Nos despedimos después de una breve charla.

La siguiente persona que me interceptó fue Yesika.

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