Ciertamente escuchar durante la semana anterior el último disco grabado en estudio de Jarabe de palo, me ha dejado un agridulce sabor en el corazón. Es una despedida, tierna, planeada, pensada, pero no por eso, menos dolorosa. Tiene también algún tinte jocoso de infidelidad y de conquista.
En esta breve nota me quiero enforcar en particular a la canción llamada "Hombrecitos" (pista 8 del disco), que no es más que una metáfora para referirse al cáncer que había aquejado años atrás al cantautor español, y que resurge nuevamente después de años de haber finalizado exitosamente la primer parte de su tratamiento con las quimioterapias.
La letra refleja una despedida dolorosa. La incertidumbre de no saber como comunicar a tus seres amados que ignoras el tiempo que te queda en este mundo y, al mismo tiempo, estar seguro de que por esa razón te vas a morir, debe ser un golpe muy duro. Supongo va enteramente dedicada a su hija.
Resume todo lo que él hizo antes de despedirse de este mundo, de exprimirle hasta la última gota y sacarle provecho. Sin arrepentimientos.
El ritmo de la canción es pegajoso, adorable podría decir... y al mismo tiempo, se clava en tu cabeza de una forma sorprendente con el coro más triste que he podido escuchar en mucho tiempo.
Dejo un fragmento de dicha pieza:
La otra noche salí
A bucear en los bares
Antros y extraños lugares
Hasta perder el control
Desesperado
Por lo que te iba a decir
Y los hombrecitos volvieron
Para al fin llevarme con ellos
Pero tenía que verte primero
Mirarte a la cara
Y despedirme para siempre
Y eso no se hace fácilmente
¿Cómo digo a mi reina
Que esos ojos tan hermosos
Nunca más me verán sonreír?
¿Cómo digo a mi reina
Que adiós, mi amor, "good bye"?
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