Monday, June 17, 2019

Prendas rituales

Siempre he tenido una extraña predilección al escoger determinadas prendas de vestir y/o accesorios, según la ocasión: bodas, fiestas, salidas al cafecito con amistades, ropa ligera para viajar, zapatos o tenis determinados...

En días pasados, recordé mi atuendo completo (con todo y detalles) de ciertos eventos que han marcado mi historia. Incluso, al evocar dichas memorias, hubo otros detalles no en torno a la ropa, sino a lo que sucedió en dicha ocasión, y cuyo detonante fue un simple recuerdo, una fecha significativa.

Tal vez la seguridad o determinación que muestro ante la vida se debe mucho a la ropa que elegí ponerme ese día, o a que estaba pensada para ese fin en específico. Igual sucede con los colores; le perdí el miedo a usar determinados tonos que hace unos 20 años ni en sueños me hubiera atrevido a pensar en adquirir (abarcando desde el espectro del calzado y los esmaltes para uñas, hasta la ropa interior).

Hay prendas que ya no conservo por diversas razones: ya no me gusta, ya no me queda, no me lo pongo, me lo regalaron y no me gustó, nunca me quedó y no lo mandé a arreglar, se rompió hasta que no dio más de si. Y paulatinamente, me he ido deshaciendo, a lo largo de los años, de dichas cosas que ya no quería conservar por malos recuerdos, o por otros motivos (como los arriba mencionados). 

Es difícil despedirse de una prenda que significa tanto, por el esfuerzo que requirió para su compra , o porque es un apego sentimental; otras tantas veces es mucho más sencillo. Otras veces me da coraje tener ropa que adoro y que ya no me queda, debido a la metamorfosis que mi cuerpo ha sufrido últimamente (sobre todo, después del embarazo y el puerperio, así como el practicar roller derby de manera más constante), y lo que me falta.

Siempre habrá retratos en mi memoria de determinados momentos enmarcados por la ropa, recuerdos que me hacen sonreír, y detalles que a través de un color, una prenda, una palabra, una canción, se me vendrán a la cabeza cuando los evoque nuevamente a través de otras conexiones cuando no pueda obligarme a desatar todo de un jalón... y también algunas veces me van a hacer llorar.

Monday, June 10, 2019

Al vacío

Todo parece estar
Queriendo cerrar una herida
Lejos de abandonar
Cerca de una despedida

No quiero más
Verte pasar
Solo me quiero sentar a esperar

Lo fueron a matar
Y lo dejaron con vida
Sin sospechar
Que todavía respira

No quiero más
Verte pasar
Solo me quiero sentar a esperar

Que saltes al vacío y que no vuelvas nunca
Y que toda tu vida te mate la culpa 
de haberme robado una parte del alma
y es lo que a vos te hace falta
alejarte de acá

Vos querés enseñar
pero te faltan ideas
vos sabés señalar
pero esperá que te vean

No quiero más
Verte pasar
Solo me quiero sentar a esperar y rogar

Que saltes al vacío y que no vuelvas nunca
Y que toda tu vida te mate la culpa 
de haberme robado una parte del alma
y es lo que a vos te hace falta
alejarte de acá

Que saltes al vacío y que no vuelvas nunca
Y que toda tu vida te mate la culpa 
de haberme robado una parte del alma
y es lo que a vos te hace falta
alejarte de acá

Alejarte de acá...




No te va gustar

Sunday, June 9, 2019

Habilidades mínimas

A pesar de los nervios que sentíamos como grupo en general, nos fue mejor de lo que imaginábamos (y vamos por más).

Caídas, posturas rígidas para cambiar, vicios para eliminar, corregir arranques, miedo a brincar, no dominar la velocidad.

Números para subir.

Números para bajar.

Estoy muy contenta de que nos la hayamos rifado hasta nuestro límite personal.

#cunadelobas #mimanadafavorita #rollerderby



Saturday, June 8, 2019

Final fantasy quotes

Thanks for the support, but I never miss my target.

Irvine Kinneas
Final Fantasy VIII

Tuesday, June 4, 2019

Lidiar con el peso y talla

Hace unos 15 años tuve una racha de pérdida de peso post-truene terrible; de ser talla 9 de jeans (sin stretch) a ser talla 0 en cuestión de menos de dos meses. pesaba 45 kg. Después 43kg. Ocurrió durante el verano de 2004.

Nancy solía estar preocupada porque insistía en que de seguro había dejado de comer debido a la tristeza, cuando en realidad, estaba en una crisis de ansiedad permanente, comiendo en cada oportunidad que tenía, y en las cantidades descomunales que suelo hacerlo. Trataba de pasar la mayor parte de mi tiempo fuera de casa, lejos de la escuela, y siempre, comiendo para estar haciendo algo.

Empecé a estancarme en talla 3 alrededor de agosto o septiembre del mismo año... Lo primero que me sacó de onda fue tener que conseguir ropa nueva, a pesar del poco presupuesto estudiantil con el que tenía que malabarear en esa época, la poderosa ropa de la fayuca me salvó. En segunda, ver como lo que quedaba de mi (en mi) era a alguien a quien yo no reconocía. Acostumbrarme a ver a mi nuevo yo fue complicado. Aparte odiaba no encontrar cosas de mi nueva talla. Y de cosas que me gustaran ni hablemos... siempre he sido flaca, pero antes de eso, yo consideraba que para mis 45 kg, tenía algo de forma, no era de esas flacas planas (al menos, no del trasero).

Permanecí estática en esa talla (fluctuando, según materiales y cortes) entre talla 1 y 3 americanas, a veces 0R, a veces el mismo 3 me quedaba enorme. Nuevamente volví al 0 cuando me dio tifoidea una semana antes de cumplir 25 años (en marzo de 2009); duré un par de meses así hasta que de plano me recuperé, y vino también un aumento de peso: de haber llegado nuevamente a los 43 kg, subí a 48 kg, y luego a 50 kg. Seguía manteniendo de nuevo talla 3, a pesar de salir a patinar los dominos en la vía recreactiva.

Trataba de sacarle jugo a mi nueva anatomía, experimenté mucho haciendo fotos caseras.

Entre 2010 y 2011 tuve tifoidea nuevamente, y luego brucelosis; permanecí en talla y peso después de algunos meses de salir y entrar en ambas enfermedades con sus respectivas recaídas. Fue una época de mucho desgaste calórico, emocional, corporal, laboral... entré nuevamente en depresión en 2011 y decidí abandonar la cocina por voluntad propia. Como ya estaba acostumbrada a que de repente la ropa me dejara de quedar, me hice de la costumbre en ese periodo de usar todos los vestidos y faldas disponibles en el guardarropa. No comía porque a veces no tenía ganas. Después del desempleo, a veces ni comer me levantaba el ánimo; estaba muy agotada en muchos aspectos. Durante el periodo de recuperación de la operación de los ojos, estuve muy ida respecto al tema de la comida, de preocuparme por como me veía. Simplemente no me interesaba.

2012: 52 kg. Ya tenía empleo entonces, tenía ganas de volver a cocinar, tenía otras cosas en la cabeza como objetivo. Me alejé de ciertas personas que era necesario purgar del sórdido 2011, me acerqué a otras que habían estado vagando por allí, en la distancia, intermitentes, desde hacía muchos años; nuestro lazo se hizo más profundo y fuerte. Empecé a coquetearle a la vida, y en 2013, me largué a Cancún, aún sintiéndome la flaca más feliz del planeta.

En 2014 comencé a practicar roller derby; pensé que eso no me iba a afectar, dado el ritmo de trabajo que debía cubrir y ausentarme obligatoriamente de la práctica 15 días o más, por eventualidades a cubrir.

Fue hasta 2015 que, por cuestiones de embarazo, volví a dejar la talla 3 un rato. Era otra etapa diferente, mi anatomía ya se había acostumbrado a cargar determinado peso y yo a estar finalmente, en la misma talla a la que ya me había acostumbrado, después de tantos años. Y viene el vertiginoso aumento de peso, masa y volumen que conlleva acarrear un bebé en el vientre, la cuestión de genética, el propio cuerpo, la elasticidad de la piel, las hormonas revueltas. Conseguir unos pantalones para el trabajo fue una tarea complicada. Sólo  compré unos, y eran exclusivamente para ese fin. En casa, afortunadamente la mayoría de mis vestidos me acompañó hasta el final.

Tuve que conseguir unos pantalones de emergencia unos días antes de que concluyera mi incapacidad de maternidad, ya que no podía ir tan campante en vestido a trabajar; dejé los pantalones talla 9 en cerca de dos meses. Mi hermana me heredó sus pantalones talla 7 que boté en menos de un mes, y seguía descendiendo paulatinamente, hasta estancarse unos 6 meses en talla 5.  Tardé dos años completos (sin forzar a mi hermoso e inteligente cuerpo), para volver a entrar en mis ya añejos pantalones talla 3... y en seis meses, nuevamente, me divorcié de ellos, debido a que volví de manera más regular al roller derby.

Aproximadamente, cada 8 meses estoy dejando algún pantalón abandonado y sin amor, porque mi anatomía está cambiando debido al esfuerzo que supone hacer suertes en patines y la exigencia que esto me implica.

Justo esta mañana, me subieron unos jeans talla 27 (sin stretch) pero no me cerraron en absoluto. Estuve a punto de romper en llanto, pero se me hacía tarde y mejor, me los safé como pude, y luego veo a quién se los heredaré. Según Pako "es el precio a pagar por patinar".

Estoy entrando en el conflicto nuevamente de ver a mi nueva versión de mi, en el espejo, a diario, dejando pantalones casi nuevos. Tratando de adaptarme nuevamente al cambio... a mi nuevo yo.

(Casi lloro y me traumo porque otra vez tengo que estar readaptándome al cambio pero en un periodo más brusco de tiempo, y me resulta un tanto complicado, encontrar un balance entre jeans que me queden, me gusten y no encariñarme tanto).

Monday, June 3, 2019

Final fantasy quotes

We live not to forget our past, but to learn from it!


Freya Crescent,
Final Fantasy IX





(justo Abel y Chema me lo han dicho en estos días...)