El viernes me di cuenta de que se me ha ido entre la gente, el dinero, las frustraciones, las añoranzas... y me puse medio nostálgica por los días del ayer que sucedieron y que gratamente yacen en el baúl de mi memoria. Me sentí vacía, sola en ese gran departamento escuchando al gato arañar la puerta y al pato graznar antes de hacer mutis para quedarme en compañía del silencio que llenaba hasta el último rincón del lugar.
Ayer me acordé de mis 20: de cómo sentía que me podría comer al mundo de un bocado, estaba enamorada y creía que sería mi última relación sentimental seria, de estar a 3/4 de terminar la carrera universitaria, de hacer pinta para fugarme con mi novio al rincón de la ciudad que cerraba las puertas del mundo y abría las del amor... ayer sentí nuevamente que caminaba encima de algo parecido a la textura del algodón de azúcar, me temblaban las piernas en medio de esa soledad que nuevamente se hizo presente en el departamento después de darme cuenta que ya era otro día y que desde la universidad, no me desvelaba sin sentirme mal.
Me sentí como en mis 20: desvelada, confundida, sola, extraña, vacía, sonriente en medio de una batalla librada contra mi misma, saliéndome con la mía al sentirme dueña de mis movimientos y decisiones, y sin importarme demasiado que podría pasar con el desacuerdo ajeno.
Mi desnudez me llevó a ver que el tiempo transcurre causando estragos en la piel, dejando nuevas marcas de las guerras pasadas, mi somnolencia me llevó a pensar en esos años otra vez, en mis primeras fotos eróticas, en esos cumpleaños tan sabrosos que no eran los míos, en los últimos golpes que decidí recibir en mi espalda pensando en la muerte ajena... ayer saqué algo de mi antiguo yo para conversar con mi presente, reírme de algunas cosas, y ver que sigo en la misma postura respecto a otras.
Me vi reflejada en la plática del viernes con el comentario de "hay gente que deja huellas profundas en tu vida, mientras otras te dejan una zanja en el corazón ¬¬" y me dio gusto escucharlo, hablando de esas cosas tan fantásticas que te suceden a los 16, siendo "toda oídos" para ese sujeto que me recuerda a una parte de mi a los 20 a sus 20...
Brindis con vino tinto desde la terraza del edificio donde la semana pasada estaba en pijama, descalza y muy ebria extrañándolos sin razón aparente y mirando las pequeñas lucecitas de la ciudad
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