Saturday, August 24, 2024

Sailor moon cosmos

La primera vez que pasaron la serie en televisión abierta, tenía 12 años, era un sábado y estaba enferma de varicela, era febrero de 1996. No recuerdo con exactitud la fecha en la que dieron el último episodio de la serie de los 90 en televisión abierta sinceramente.

Esa primer versión animada, sus películas, la música de fondo y las canciones de cada personaje fueron (y siguen siendo) parte de mi zona preferida para volver a escuchar por nostalgia y oír el gran impacto que tuvieron en mi cuando descubrí cada una de ellas.

La noticia de que existía un proyecto de reanimar la serie más apegada al manga, fue hace como 9 años; recuerdo haber estado embarazada mientras veía los primeros episodios en Crunchyroll justo después de entregar los instrumentos de medición al empezar el turno mientras me cambiaba las botas de trabajo, antes de salir a mi primer rondín de inspecciones. 

Es 2024, tengo 40, ahora estoy enferma de COVID-19 y acaban de subir a Netflix la última parte animada de esta nueva reedición que concluye como el manga número 13, el último, de la saga.

Si bien anunciaron la animación de este último arco alrededor de hace un año, y mencionaron que la voz de Sailor Galaxia sería la grandiosa Megumi Hayashibara, la versión con doblaje al español fue muy esperada por los nuevos fans (y los viejos) de la saga.

De momento, la cereza de este nuevo trozo de pastel fue escuchar como tema de entrada Moonlight densetsu. Lloré, de nostalgia, de felicidad inexplicable. Miré a mi lado, y mi mejor amiga no estaba para compartir este momento y gritar juntas de emoción.

Es un poco triste y extraño darme cuenta de que si bien Sailor Moon ha estado en gran parte de mi vida y jugó como un gran parte aguas entre el final de mi niñez y el principio de mi adolescencia, se siente como un trago pesado difícil de pasar por la garganta. Es el final.

No me gustó el arreglo techno de Todokanu omoi...

Sunday, July 14, 2024

Reflexiones

 Tengo 40 años.

Es un domingo en la noche, veo una serie que transmitían en la tele abierta hace 20 años, a forma de terminar lo que alguna vez empecé y dejé hace unos 8 años después de que terminaron con uno de los personajes  principales...


Mi cabello es una especie de desastre colorido y descolorido también, que oscila entre el rosa, violeta, morado, algunas mechas que se suponía deberían haber quedado verdes pero en realidad, se ven azules. Por mi falta de pericia en el asunto, siento que tengo algunas partes dañadas por exceso de decolorante y tiempo de pose.


Estoy en pijama, en el sillón justo frente al televisor, bebiendo vino tinto y esperando poder sobrellevar mi turno de trabajo mañana (siempre se sale algo de control).


Es curioso como uno imagina que va a ser la vida adulta... yo no tenía idea (y no tengo aún) de como iba a ir ser la mía. Sigo improvisando prácticamente cada día de mi vida desde que tengo 18 años, a partir del 4 de julio de 2002 para ser precisa.


A veces siento que todavía veo como las cosas como si tuviera 20, que puedo seguir postergando algunos temas incómodos, o pecar de ingenuidad y falta de responsabilidad ante dichos eventos (y salir con alguna solución momentánea que sirva de escape hasta la siguiente vez que tenga que enfrentarme de nuevo a los sucesos inevitables dela independencia como pagar la renta, comprar comida, hacer labores domésticas y tal).


Extraño mucho a mis pilares emocionales, me sigo sintiendo sola en esta ciudad porque no están cerca ni tengo un refugio seguro alterno a mi vivienda. Y me vuelve a caer el veinte de que ya no tengo 17 años para irme a buscarlos un par de horas para evadir mis propios fantasmas.

Thursday, July 4, 2024

SEASONS

 There's a season to grow

A season for chance

Season to try and keep trying again

You and I are the same

There's a season for this pain


There's a season to lose

A season for truth

A season for cry

There's a season to die

There's no reason to hide

What you're feeling inside

There's a reason in the seasons of your life

Friday, May 31, 2024

Huecos

Las mudanzas a lo largo de mi vida desde que decidí salir de La Laguna) me han enseñado dos cosas: la primera es que soy acumuladora y la segunda es que cambiar es necesariamente obligatorio.

Si bien ya llevaba viviendo sobre la misma calle 13 años, y haciendo relación histórica familiar, es la misma donde mi abuela rentó hace unos 50 años; hoy le doy vuelta a esa página. Con lágrimas agridulces en mis ojos mientras trato de describir todo lo que significó ese lugar.

No se siente como otras mudanzas. Duele, se siente un hoyo en la garganta, ver los cuartos vacíos me provocó una falta de aire momentánea cuando de verdad estaba limpiando por última vez ese lugar que fue mi hogar los últimos 11 años y medio. Me cayó el veinte al momento de quitar el primer cortinero. Era el momento. Había que decir adiós. Otra vez sentí eso mismo que atravesó mi cabeza el 8 de diciembre de 2023.

2024 empezó bastante rudo en el aspecto de tener que soltar y dejar ir cosas materiales, emocionales y sobre todo, que ya no le pertenecen a alguien. Me toca hacer eso en los próximos días con mis pertenencias revisando todo lo que empaqué y traje conmigo. Algunas cosas deben irse ya. Otras, pueden quedarse. Todo se irá decidiendo sobre la marcha mientras se revisa cada contenedor.

Pasaron muchas cosas buenas, malas y feas en ese lugar. Todas y cada una de ellas me tienen donde estoy justo ahora: llorando a media luz en un rincón de mi nueva recámara.

Cumpleaños, navidades, cenas y desayunos, dolores propios y ajenos, noticias increíbles (para bien y para mal), visitas de familiares de sangre y de vida. Idas y vueltas al tianguis. Ahí empezó y concluyó mi etapa en el roller derby. Toda mi década de los 30.

Pasamos y sobrevivimos ahí la pandemia de COVID-19.

Tal vez sea la perimenopausia que me tiene frágil emocionalmente, pero entregar las llaves no me resultó difícil.

Limpiar la casa en solitario fue mi ritual de despedida: empecé barriendo el patio interior, al cual llegabas por una escalerilla de caracol de lo más temible porque tenía una estructura de varilla y dos escalones que no estaban empotrados en ninguno de los muros laterales, cuya pared se block hueco iba de piso a techo. 

Esa escalera fue mi estructura de guardar sartenen sucios en espera de lavado, enfriador de comidas por la corriente de aire, secador de ropa sudada y/o empapada por la lluvia tapatía de temporal, sostén de cajas de pizza vacías.

Después fue la cocina: ideando formas efectivas  de tratar de despegar el cochambre de la pared lateral derecha de la cocina, donde vivió la estufa, igual que el piso. Necesitaba remojar toda la porquería que se acumuló debajo de el área de la estufa y del refrigerador.

Lo siguiente fue el cuarto que fue alguna vez el sitio donde vivió Patito una semana, luego el cuarto adicional, luego el cuarto de mi hija adoptiva, y por último, el de mi hija biológica.

Luego limpié la puerta que daba al patio interior. Las paredes que estaban a cada lado de la escalera de caracol. Los escalones. 

Seguí con la que fue mi habitación: las manchas de grasa habituales que dejan las manos cuando agarras las paredes, las puertas del clóset, los apagadores de la luz.

Después las paredes de la sala comedor, alternando con el baño de azulejos amarillo pastel.

Terminé otra vez en el piso de la cocina. Ya sin fuerza en los brazos, y después del segundo suero, con mi fanilia hambrienta y pocas pulgas para pedirles que me dejaran limpiar todos los pisos antes de irnos; todavía no estaba lista para irme.

Sabía que tenía que hacerlo, así que lavé por última vez mis trapos auxiliares en la tarea de limpieza de despedida del recinto que me albergó de la lluvia, el viento y las malas decisiones, cuyos pasillos comunes siempre estaba iluminados desde que el sol se ocultaba, hasta que volvía a amanecer. 

Tomamos nuestras cosas, caminamos y cerramos con llave la puerta. No volví a mirar hacia atrás. Bajé las escaleras en automático y para variar, el cancel principal estaba abierto así que nuestra pequeña caravana familiar con cortinas, cortineros y cubetas con artículos de limpieza partió a su nueva ubicación, dejando la fachada con balcones color mostaza, paredes blancas y escaleras grises recién retocadas.

Lloré sin ánimo de disimular ante mi pareja y mi hija durante toda la caminata, al entrar en la regadera, al salir de ella.

Al entregar las llaves no me quebré delante de quien fue mi casera, cuyas palabras amables deseándonos mucha felicidad en nuestro nuevo destino, me parecieron acertadas y dulces. Mi hija en ese momento entendió que esa ya no iba a ser "su casa".

Los cambios no siempre son malos, le dije ya estando en nuestro recién rentado departamento. Ella, sollozando me respondió "a veces duelen".


Gracias departamento número 13, por todo y por tanto.

Friday, January 12, 2024

Caminatas nocturnas

Vi a mi compaye para tener nuestras acostumbradas charlas de temas misceláneos y sobre todo, la ya acostumbrada caminata interminable que empezó en ver el cow parade sobre la avenida Colón (de ida y vuelta), 2 vueltas completas a la Alameda, y de ahí, sobre la Juárez, rumbo incierto hasta llegar a la esquina de la calle Prof. Ignacio Barrón donde las rodillas de mi acompañante empezaron a cobrar factura porque, me dice en un tono de burla regañón "ya no tenemos 20 años", y de forma irónica y alegremente le respondo "tenemos el doble".

Necesitaba el vientecillo helado en contra de mi rostro con la única persona con la que puedo tener charlas profundas, superficiales, criticonas y políticamente muy cuestionables en este principio de 2024.

Saturday, January 6, 2024

Desayuno de señoras

La mañana estuvo bastante fría, mi cita del día era para desayunar con Dayna. Primero, la tuve que acompañar a presidencia a pagar una multa que le pusieron en días previos por meterse en sentido contrario en una calle que acababan de cambiar a un solo sentido (la costumbre, me dijo).

Nos paramos en un cafecito muy mono sobre la Colón, pedimos nuestros respectivos desayunos (mis chilaquiles con mole y pollito estaban de lujo) y como siempre hemos sido tragonas, de postrecito unos waffles con fruta que compartimos.

Nuestro chismorreo básicamente trató sobre el reciente asunto de morir: si lo hemos hablado con nuestras respectivas familias, que queremos o no, cuanto cuesta, gente a la que perdimos respectivamente el año anterior, las reacciones de la gente ante la propia muerte de algún familiar de primera línea o alguien muy estimado. La disfuncionalidad que pudimos apreciar en casos de terceros y traerla al tema de conversación fue muy incómodo de presenciar, sin embargo, conforme pasan los años, es más sencillo ahorrarnos una opinión que nadie solicitó en un momento así.

Hablamos sobre la vida, los planes que medio empezamos a armar con motivo de nuestro 40 aniversario en este mundo, y como se van a ver ligeramente truncados ya que habíamos hablado alguna semanas antes de hacer un viaje para nuestros cumpleaños y vernos. Ninguna pensó que nos veríamos hace un mes dados los eventos acaecidos...

Si bien no hemos coincidido tanto en nuestra etapa de hacer desayunos de señoras los fines de semana, fue un verdadero placer saber que nuestra amistad es a prueba de tiempo, de ausencias, de todo.