La primera vez que pasaron la serie en televisión abierta, tenía 12 años, era un sábado y estaba enferma de varicela, era febrero de 1996. No recuerdo con exactitud la fecha en la que dieron el último episodio de la serie de los 90 en televisión abierta sinceramente.
Esa primer versión animada, sus películas, la música de fondo y las canciones de cada personaje fueron (y siguen siendo) parte de mi zona preferida para volver a escuchar por nostalgia y oír el gran impacto que tuvieron en mi cuando descubrí cada una de ellas.
La noticia de que existía un proyecto de reanimar la serie más apegada al manga, fue hace como 9 años; recuerdo haber estado embarazada mientras veía los primeros episodios en Crunchyroll justo después de entregar los instrumentos de medición al empezar el turno mientras me cambiaba las botas de trabajo, antes de salir a mi primer rondín de inspecciones.
Es 2024, tengo 40, ahora estoy enferma de COVID-19 y acaban de subir a Netflix la última parte animada de esta nueva reedición que concluye como el manga número 13, el último, de la saga.
Si bien anunciaron la animación de este último arco alrededor de hace un año, y mencionaron que la voz de Sailor Galaxia sería la grandiosa Megumi Hayashibara, la versión con doblaje al español fue muy esperada por los nuevos fans (y los viejos) de la saga.
De momento, la cereza de este nuevo trozo de pastel fue escuchar como tema de entrada Moonlight densetsu. Lloré, de nostalgia, de felicidad inexplicable. Miré a mi lado, y mi mejor amiga no estaba para compartir este momento y gritar juntas de emoción.
Es un poco triste y extraño darme cuenta de que si bien Sailor Moon ha estado en gran parte de mi vida y jugó como un gran parte aguas entre el final de mi niñez y el principio de mi adolescencia, se siente como un trago pesado difícil de pasar por la garganta. Es el final.
No me gustó el arreglo techno de Todokanu omoi...