era martes, el viento estaba frío, y me planché el cabello temprano para poder enfundarme en un vestido de línea "a", un saco largo al estilo matrix, medias de red y mis tacones forrados en terciopelo, todo en negro... excepto la parte central de mi cabello, que resplandecía en color rosa mexicano resaltando entre el monocromático vestuario
fueron menos de los invitados a la celebración, no estuvieron a quienes considero personas claves, pero mis personas de honor estuvieron presentes y lo agradezco, a pesar de que mi discurso no fue para nada acertado y para variar terminé llorando como es mi costumbre y me quedé en estado de shock cuando tuve que decir "ingeniero" (jamás creí que me costaría tanto trabajo decir una simple palabrita como esa)
no hubo fiesta, no hubo parranda, todos nos dispersamos como pasitas entre masa para pastel y yo volví a casa, tan sola como desperté en esa fría mañana
me sentí un tanto hueca como en el momento en el cual redacto esta nota, pero creo que no tiene importancia más allá del hecho de no haber tenido un plan de vagancia para esta noche con los compañeros de farra
hace dos años... el tiempo pasa muy rápido
hace dos años, un febrero 13, un martes 13, me convertí en ingeniero
como el mismo número que distingue al instituto, el 13 de la mala suerte
"los gatos negros" por esa razón
bueno, eso de martes o viernes 13 nunca ha representado mala suerte para mi
al contrario, creo que es un desafío antes las creencias de la gente porque no estoy sumida en la mediocridad y me siento orgullosa del lugar donde me encuentro parada en este momento, incluyendo mi libertad...
(hubiera querido que estuvieran ahí)